J. Natalicio González

En la tarea de reseñar la cultura paraguaya y colorada, seguro es que nos encontraremos con una personalidad de excepcional significación que se yergue como un monolito en el ámbito de la misma, ese mojón enhiesto y prominente se llama Juan Natalicio González, que se nos presenta como el más egregio exégeta de la paraguayidad.
 
Su obra literaria es de inusitada grandiosidad, pues ansiaba dejar a su patria una interpretación, la más auténtica posible de su esencia de pueblo libre y plenamente identificado, no solamente con su ser y además con el deber ser.
 
Para ello escribió mucho y para muchos, se vinculó con personalidades sudamericanas, no contaminadas de colonialismo como Gabriel del Mazó, Escalabrini Ortiz y muchos otros con quienes integró una ilustre cofradía, que conjugaban el verbo de una América libre y sin sujeciones indecorosas, a ningún tipo de los imperialismos en la época.
 
Su producción literaria es vastísima, y se expresa en una prosa depurada y galana, integrada por numerosos ensayos, monografías, libros, entre los que se cuenta “El Paraguay en la búsqueda de su expresión” y varios títulos más.
 
Su obra máxima y de gran envergadura es “Proceso y formación de la Cultura  Paraguaya” que solo fue publicada el primer tomo, porque el destino se interpuso a que el trabajo prosiguiera hasta su culminación.
 
El talentoso escritor compatriota cultivaba además, con señalado éxito, la poesía, pues existen un buen número de poemas de su autoría, que hemos tenido oportunidad de leer con inocultable placer y regocijo.
 
Como persona, Natalicio González era un introvertido, hombre de pocas palabras, que parecía no proclive al desnudamiento de la inmensa riqueza de su mundo interior, poblado de un caudal imponderable de bellezas. Las obras publicadas con ser numerosas y enjundiosas todas, están lejos de trasuntar todas las posibilidades de aquel extraordinario talento. Nosotros al menos creemos que podría haber sido más generoso con sus compatriotas ofrendándoles más flores de su inmenso jardín interior. De cualquier manera, no podemos dejar de puntualizar el privilegio que involucra para el país el haber producido una personalidad tan brillante como J. Natalicio González.
 
Como todos sabemos, J. Natalicio González es oriundo de Villarrica, cuna de otras personalidades que por cierto no vieron discurrir su vida en el anonimato. Entre otros podemos mencionar a Delfín Chamorro, Leopoldo Ramos Giménez y el más egregio poeta con que cuenta el parnaso nacional como lo fue, sin duda, Manuel Ortiz Guerrero.
 
La circunstancia anotada nos hace pensar, en que lo telúrico algo tiene que ver con la determinación física y anímica de la persona, pues tal vez la majestuosidad del Yvyturusu, como que como una monumental serpiente verdinegra no lejos de la ciudad guaireña hizo que Natalicio González adquiera esos excelsos atributos que estamos ponderando en él, y cuyo desarrollo aguzó la sensibilidad y el potente talento que sin duda poseyó y le permitió que el mismo nos obsequiara con producciones múltiples que hoy nos ilustran y enorgullecen de esta tierra nuestra, tan pródiga desde luego en la faena de plasmar logros literarios de exquisita factura, que en el caso de J. Natalicio González son acabados modelos del divino arte del bien decir.
 
A Natalicio González, lo hubiéramos querido tener siempre en el seno de la patria, sin embargo su labor de editor, lo cumplió casi siempre fuera de nuestro país, debido tal vez al precario desarrollo de las artes gráficas entre nosotros. Hoy nuestra realidad en ese orden es muy diferente, por existir en nuestros días muy bien montadas editoriales que hubiera permitido a Natalicio González aferrarse por más tiempo al terruño, sin cortar el hilo de su ponderada creatividad literaria.
 
Limitado por la necesaria brevedad que nos induce la correcta práctica del periodismo, muchas cosas tenemos que decir de Natalicio González que llegó hasta la presidencia de la República en lo que pudo haber hecho ya es cosa que deberá juzgar la historia.
 
De cualquier manera, como hombre de letra, Natalicio ya ocupa un lugar de privilegio que le corresponde. Él fue una personalidad que ha trascendido los límites de lo meramente local o nacional, para proyectarse vigorosamente en el ámbito de Iberoamérica y hasta puede decirse del universo, como auténtico paradigma de la ciencia y el arte literario.
 
J. Natalicio González, fue sin lugar a dudas, no solamente un maestro de la literatura paraguaya, sino también un auténtico y gran colorado que desmiente una vez más la vieja cantinela liberal de que solamente ellos tenían en sus filas a los mejores intelectuales.
 
Biografía extraída del libro: «Espejo para la Juventud» del Lic. Arsenio Basualdo