Agonizaba el héroe de Curupayty, el General José Eduvigis Díaz, pensando en la suerte de la patria, en tal trance quiso también rendir homenaje a uno de sus mejores oficiales legando su gloriosa espada al único a quien creía digno de ella; el entonces Capitán Bernardino Caballero. Así lo hizo, al mismo tiempo que lo recomendaba al Mariscal López por su calidad de hombre íntegro y su esforzado ánimo de guerrero. «su recomendación no fue desatendida» -escribe el Coronel Juan Crisóstomo Centurión en su libro «Memorias» – y el Mariscal López en el curso de la campaña tuvo ocasión de constatar la razón que le había asistido para ello al ínclito extinto.